El alemán, lengua indoeuropea que pertenece al subgrupo de las lenguas germánicas occidentales, cuenta con el mayor número de hablantes nativos de Europa con cerca de 100 millones y se estima, por consiguiente, que cerca de una cuarta parte de todos los europeos hablan este idioma. Tiene estatus de oficialidad en Alemania, Suiza, Austria y Liechtenstein, pero su área de influencia alcanza a zonas de Francia (como Alsacia o Lorena), Bélgica o Polonia. Fuera de Europa también existen importantes colonias de germanohablantes, especialmente en Estados Unidos, Brasil, Argentina o Canadá. En total se calcula que unos 105 millones de personas hablan alemán en todo el mundo, lo que junto con los cerca de 20 millones que la hablan como segunda lengua, convierten a este idioma en uno de los más extendidos e influyentes.
El alemán tiene un peso muy destacado dentro del sector de las traducciones tanto por motivos empresariales y económicos como por motivos culturales. Alemania está considerada la potencia económica más importante de Europa y entre las más destacadas del mundo y, por ejemplo, es uno de los países con un volumen de exportaciones e importaciones más notable. Por otra parte, Alemania se ha caracterizado también históricamente por ser una de las culturas más destacadas y, por consiguiente, el alemán tiene una larga tradición como lengua de uso dentro de la investigación, la ciencia, la filosofía, la música, el derecho o el arte.
Esta destacada posición dentro del mercado internacional y del mundo socio-cultural se ve reflejada en la importancia y el volumen de traducciones relacionadas con esta lengua. Es muy recomendable, por tanto, para cualquier empresa que sopese la posibilidad de ofrecer todos los contenidos que pretenda dar a conocer (página web, publicidad, documentación interna, etc.) en este idioma para poder alcanzar una buena difusión. Para ello, debe contactarse con un buen profesional. La traducción consiste en interpretar y conocer a fondo un texto en una lengua de partida, para producir un texto fiel al original y con un significado idéntico en otra lengua de llegada. La traducción por tanto, se basa en dos fases, una de comprensión del texto original y otra segunda de expresión, en la que se recodifica el sentido original en la lengua traducida. Es vital que el traductor mantenga la llamada “unidad de traducción”, que se basa en casar el sentido del texto original con las palabras que forman la propia traducción. Para llevar a cabo este proceso, el traductor requiere un conocimiento profundo de la gramática, de la sintaxis y de la semántica de la lengua de origen, y además debe conocer a fondo la cultura de sus hablantes. Estos mismos conocimientos del traductor deben ser incluso más profundos respecto a la lengua de llegada ya que el texto producido o la traducción es, en si, la obra del traductor. Por tanto, es recomendable e incluso casi obligatorio que los traductores traduzcan a su lengua materna. Por último, también es muy recomendable que los traductores tengan un conocimiento considerable de la temática que domina el texto, sea esta técnica o no.
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