El portugués es una lengua indoeuropea que pertenece a la rama occidental del subgrupo de las lenguas románicas. Es el idioma oficial de Portugal y de Brasil (donde presenta características fonológicas, sintácticas y léxicas propias, por lo que recibe también la denominación específica de brasileño) y también tiene estatus de cooficialidad en las antiguas colonias portuguesas de Asia, África y Oceanía, como en Cabo Verde, Guinea-Bissau, Angola, Mozambique, Santo Tomé, Goa, Timor Oriental y Malaysia, entre otras. En resumen, es un idioma con presencia en los cinco continentes y lengua oficial de números organismo internacionales, como la Unión Europea, la Unión Africana, La Organización de Estados Americanos o Mercosur. Se estima que su número de hablantes está alrededor de los 180 millones, por lo que se sitúa en la segunda lengua románica con más hablantes y entre los diez idiomas más hablados del mundo.
De las cifras anteriormente citadas se desprende que el peso del portugués en el sector de las traducciones es muy destacado. Es recomendable para cualquier empresa que estudie la posibilidad de ofrecer todos los contenidos que pretenda dar a conocer (publicidad, página web, documentación interna, etc.) en esta lengua para poder alcanzar así una buena difusión. Para ello, se debe contactar con un buen profesional. La traducción consiste en interpretar y conocer a fondo un texto en una lengua de partida, para producir un texto fiel al original y con un significado idéntico en otra lengua de llegada. La traducción por tanto, se basa en dos fases, una de comprensión del texto original y otra segunda de expresión, en la que se recodifica el sentido original en la lengua traducida. Es vital que el traductor mantenga la llamada “unidad de traducción”, que se basa en casar el sentido del texto original con las palabras que forman la propia traducción. Para llevar a cabo este proceso, el traductor requiere un conocimiento profundo de la gramática, de la sintaxis y de la semántica de la lengua de origen, y además debe conocer a fondo la cultura de sus hablantes. Estos mismos conocimientos del traductor deben ser incluso más profundos respecto a la lengua de llegada ya que el texto producido o la traducción es, en si, la obra del traductor. Por tanto, es recomendable e incluso casi obligatorio que los traductores traduzcan a su lengua materna. Por último, también es muy recomendable que los traductores tengan un conocimiento considerable de la temática que domina el texto, sea esta técnica o no.
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